Un encuentro misterioso
El niño no tendría más de diez años, de pie y solo al borde de una carretera desolada, agarrado a una mochila desgastada. Reduje la velocidad hasta detenerme y bajé la ventanilla. “¿Estás bien, chaval? Me miró fijamente, con los ojos muy abiertos y claramente asustado, pero asintió vacilante y murmuró algo que no pude captar. Había algo en su forma de hablar que me ponía nerviosa, pero no podía dejarle allí. Abrí la puerta y le dejé subir, con la intención de dejarle en el siguiente pueblo. Mientras conducíamos, empezó a contar su historia. En cuanto las palabras salieron de su boca, mi corazón se hundió. Frené en seco e hice girar el camión sin pensármelo dos veces.

Un encuentro misterioso
Un pasajero insólito
El chico subió al asiento del copiloto y se sentó en silencio, agarrando su mochila como si contuviera todo su mundo. No pude evitar preguntarme por su historia. El bajo rumor del motor del camión llenaba la silenciosa cabina, el único sonido que rompía la quietud. Mientras conducía, buscando las palabras adecuadas, miró por el retrovisor. No despreocupadamente, sino más bien como si buscara algo. O a alguien. Era la mirada de alguien que teme que le estén siguiendo.

Un pasajero improbable