El vínculo tácito
Cuando terminó la cena, se formó un vínculo silencioso entre ellas. Margaret no sólo sintió gratitud, sino también una sensación de seguridad que le había faltado durante tanto tiempo. James también sintió que algo cambiaba en su interior. Aquel acto de amabilidad, que había empezado como un gesto espontáneo, se sentía ahora como algo más profundo. Ya no veía a Margaret sólo como una anciana que luchaba por llegar a fin de mes; la veía como alguien digno de cuidados y compañía.

El vínculo tácito
La promesa de volver
Cuando James se dispuso a marcharse, Margaret se quedó en la puerta con sus frágiles manos entrelazadas delante de ella. “Gracias, James”, dijo en voz baja, con la voz llena de emoción. “Has hecho por mí más de lo que crees” James sonrió cálidamente. “Ha sido un placer, Margaret. Vendré mañana a ver cómo estás, si te parece bien” Ella abrió mucho los ojos y por un momento pareció que iba a negarse. Pero luego, con un leve movimiento de cabeza, dijo: “Estaría bien…”

La promesa de volver

