Tom y Emma, su cuidadora.
“¡Hola, hermosa!”, le deseó Tom a Emma al bajar a desayunar. No se esperaba que un hombre de casi 70 años saludara a su cuidadora, pero en los últimos meses, la relación entre Tom y Emma había trascendido su carácter meramente profesional.

Tom y Emma, su cuidadora.
Había quedado enamorado
La había empleado como su guardera hace un par de meses, sin embargo, desde ese momento, varias cosas habían evolucionado. Un día se percató de que se había enamorado de ella y comprendió que debía expresarle sus emociones. Optó por redactarle una carta y llevársela una noche tras la cena.

Había quedado enamorado