Se desata el pánico
Nada parecía funcionar. A cada minuto que pasaba, la respiración de Ethan se hacía más rápida y superficial, y el pánico empezó a apoderarse de él, apretándole el pecho como un grillete. “Mantén la calma, mantén la calma”, se susurraba a sí mismo, pero las palabras apenas podían atravesar su creciente miedo. Sentía que el tiempo se le escapaba, que el reloj corría en su contra, y la oscuridad parecía tragarse lo poco que le quedaba de fuerza. “¡Vamos, abre!” Gritó, golpeando de nuevo la lengua de la ballena, pero su energía menguaba rápidamente. Luchaba por mantener la esperanza, incluso cuando su respiración se hacía más difícil y la desesperación empezaba a amenazar con abrumarle.

Se desata el pánico
Luchando por mantener la compostura
Ethan apretó la espalda contra la lengua de la ballena, intentando desesperadamente mantener la respiración estable. Le temblaban los dedos cuando volvió a coger el manómetro. La presión de su tanque había descendido aún más, y sus pulmones empezaban a arder con cada respiración. “Tengo que conseguir salir”, susurró con dificultad, sintiendo que el dolor del pánico le apretaba. Luchando por mantener la calma, buscó cualquier hilo de luz, cualquier cosa que le guiara hacia un lugar seguro. Pero a medida que el miedo se apoderaba de él, lo único que encontró fue oscuridad y un suministro cada vez menor de aire.

Luchando por mantener la calma