Recuerdos escolares compartidos
Recordando mis días de escuela, empecé a compartir historias con Jake. “Una vez”, dije con una sonrisa, “nuestro profesor nos pilló disparando bolas de saliva en clase” A Jake se le iluminaron los ojos de diversión. “¡No puede ser!”, exclamó, con una carcajada llena de alegría. Intercambiamos historias de profesores y travesuras infantiles, la conversación fluía con facilidad. El ambiente se animaba con cada historia y, por primera vez desde que nos conocimos, parecía que habíamos encontrado un terreno común.

Recuerdos escolares compartidos
Llega la tormenta
Unas nubes oscuras surcaron el cielo sin previo aviso, y una tormenta empezó a agitarse. La fuerte lluvia martilleaba contra el parabrisas, creando una percusión implacable que parecía el ritmo propio de la naturaleza. “Vaya, parece que el tiempo está dando un giro”, dije, manteniendo firme mi agarre al volante. El aguacero era implacable, pero mantuve un tono ligero por el bien de Jake. No parecía asustado, más bien curioso.

Llega la tormenta