Rompiendo el pan
Jake vaciló, sus ojos parpadeaban entre la barrita de cereales y yo, como si sopesara su seguridad. Pero el hambre tiene una forma de acallar las dudas. Unos instantes después, estaba desgarrando el envoltorio, devorándolo con una desesperación que esparcía migas por el asiento. Estaba claro que hacía tiempo que no comía. No pude evitar sonreír suavemente al verlo, y la tensión entre nosotros se relajó, aunque sólo fuera por un momento.

Rompiendo el pan
El camino tranquilo
Cuando se acabó el tentempié, el silencio se apoderó de la cabina. El zumbido constante del motor y el susurro ocasional de Jake al moverse en su asiento eran los únicos sonidos que quedaban. Quería hacer honor a su naturaleza tranquila, pero me corroía la curiosidad. Me lo recordaba una y otra vez: hablaría cuando estuviera preparado. Presionarle antes probablemente le haría más mal que bien. Pensé que la paciencia era el mejor camino.

El camino tranquilo