Expresar las preocupaciones
Esa noche, siento a mi mujer y le expreso suavemente mis preocupaciones sin revelarle lo que ya sé. “¿Va todo bien? Últimamente pareces un poco distante”, le pregunto, observándola atentamente. Parece momentáneamente sorprendida, pero se recupera rápidamente con un tono ligero y despectivo. “Es el estrés del trabajo”, dice con indiferencia. Asiento con la cabeza como si me tranquilizara, fingiendo aceptar su respuesta, pero por dentro estoy hirviendo: su desvío sin esfuerzo no hace más que ahondar mis sospechas y reforzar mi creencia de que voy en la dirección correcta.
Expresar preocupaciones
Excusas poco convincentes
Sus excusas no sirven de nada y, cuando la presiono suavemente, rápidamente da la vuelta a la conversación, acusándome de paranoica. “¿Por qué sospechas tanto de repente?”, suelta, con un tono cortante y a la defensiva. “Sólo estoy preocupada”, respondo con calma, intentando mantener la paz. Ella pone los ojos en blanco y se desentiende de mi preocupación como si nada. “Estás haciendo el ridículo”, se burla. Su actitud desdeñosa sólo refuerza mi determinación: cada vez es más evidente que oculta algo.
Excusas poco convincentes
