Una sensación de inquietud
Su tono inquieto me hizo un nudo en el estómago. Mientras me miraba con ojos inquisitivos, solté una risa temblorosa para romper la tensa situación. “Es sólo un malentendido”, comenté con indiferencia. Aun así, mi risa sonó hueca en mis propios oídos. El silencio del joyero era ensordecedor, lo que implicaba que algo más oscuro yacía bajo la superficie.

Una sensación de inquietud
Propiedad cuestionada
“Sí, claro, es mío. “¿Por qué no iba a serlo?” Dije, intentando transmitir confianza. Pero el joyero no se rió. Su actitud siguió siendo solemne y casi sombría. Su mirada, ahora aguda y concentrada, parecía penetrar en el tejido mismo de mis pretensiones. Su negativa a disminuir la tensión hizo que me sudaran aún más las palmas de las manos. Era evidente que algo estaba fuera de lugar y tenía que averiguar qué era.

Propiedad cuestionada