Comienza la confrontación
La sonrisa de John llenó la habitación, pero fui incapaz de corresponderle. La cena fue un asunto tenso y silencioso, con palabras no dichas y largas miradas. Cuando terminamos de comer, le cogí de la mano y le llevé al salón. Lo senté y saqué el anillo del bolsillo; el frío metal me produjo escalofríos. Había llegado el momento de afrontar la realidad.

Comienza la confrontación
Una pregunta temblorosa
“¿De dónde has sacado esto?” Inquirí, con la voz temblorosa a pesar de mis esfuerzos por mantenerme firme. Los ojos de John se abrieron de par en par al principio, con una expresión de confusión en el rostro. Luego, un destello de reconocimiento. Sus pupilas se dilataron ligeramente, indicando que comprendía exactamente lo que le estaba señalando. El ligero cambio en su actitud confirmó mis más oscuras preocupaciones. Sabía algo.

Una pregunta temblorosa